martes, 22 de noviembre de 2011

Culto al genio: la originalidad (II)

¿Porqué no hacer reír en vez de llorar? ¿Porqué el sufrimiento ha de ser el camino a la creación y no lo que nos hace sonreír? Particularmente prefiero a Víctor Borge y Marilyn Mulvey, con ellos he disfrutado de la música clásica como hace mucho que no lo hacía.





Reírse de los clásicos tan delicadamente que, en vez de parecer un insulto, sea un poema.
Eso es ser un genio.

sábado, 19 de noviembre de 2011

De los símbolos o códigos



¿Construimos nuestros propios símbolos? En cierta medida supongo que sí: un gesto mío puede no significar lo mismo en otro ser. Sí, estoy de acuerdo en que cada uno siembra sus propios códigos... O no, no estoy de acuerdo, no olvidemos que nuestros símbolos devienen de una determinada cultura y eso hace mucha pupa. El bagaje cultural que nos imponen, seamos de aquí o no, es como una especie de fardo y nosotros somos lo mulos que debemos cargar con ellos, con la obligación de transmitirlos.
Situémonos en nuestro mundo occidental. Un padre regaña a un niño, le exige que le mire a la cara. En ciertas zonas de África el niño, ante una situación semejante, agacha la cabeza. ¿Códigos? ¿Símbolos? Los utilizamos para comunicarnos con otras personas porque es la única forma que hemos encontrado para enjaular nuestros pensamientos, nuestros sentimientos. Y ahí está la trampa: ¿Acaso los códigos o los símbolos no mienten? ¿Acaso sirven realmente para una comunicación sincera, que nos acerque más a nuestros semejantes? Tan sólo son vox vacui, vacías.
Queremos hablar sinceramente, mirando a los ojos, con calidez y cariño. Romper las barreras emocionales y mentales para crear una sociedad realmente plural, sin hipocresías, desnudando el alma sin miedos y siendo conscientes de nuestra vulnerabilidad, pero al mismo tiempo no estamos dispuestos a romper el candado de las cadenas que atan nuestra conciencia.

domingo, 13 de noviembre de 2011

Creativi... qué?

Escribir es un largo camino. Unas veces pasamos por frondosos valles, con árboles, frutas y lagos transparentes que nos transportan a otro lugar, otro mundo, otra época. Otras pasamos por un largo desierto en el que no encontramos nada que consideremos interesante a nuestros ojos, donde vamos buscando un poco de agua con la que poder saciar nuestros dedos, nuestra imaginación. Vemos un reflejo, un oasis, pero al escribirlo nos damos cuenta de que tan sólo es un espejismo. Encontramos un pozo, pero al no tener un recipiente con el que recoger el agua la idea que sustraemos es pobre, se escurre ágilmente. Más que saciarnos nos deja un regusto terroso y seco que nos frustra más aún si cabe.

Pero a pesar de lo largo o pesado que pueda ser el camino, a pesar de las heridas y los golpes, el conjunto en sí se nos antoja interesante. Llegamos a lo alto de una montaña desde la que podemos observar todo lo que hemos caminado. La puesta de sol refleja delicadamente los ríos y los lagos atravesados, el color rojizo del desierto al atardecer, el verde moribundo de los bosques y selvas por los que hemos caminado. En definitiva, ha merecido la pena.

sábado, 12 de noviembre de 2011

Posos

Me gusta diseccionar la realidad porque considero que, a pesar de hablar entre nosotros, cosa muy positiva, no escribimos lo suficiente sobre aquello que queremos denunciar.

Las palabras vuelan, los escritos /lo escrito permanece, dijo Caio Tito en el senado romano. Estamos acostumbrados a hablar, a susurrar, a murmurar, a difamar, a quejarnos en el bar delante de una taza de café, dejando los posos de la rabia contenida dentro del pequeño vaso que es nuestra mente.

Rompamos de una vez el vaso, estrellémoslo contra el suelo, denunciemos la realidad pedagógica y social que envuelve nuestro trabajo, escribamos, abramos los ojos o al menos incitemos, provoquemos, chillemos. Pero no nos quedemos impasibles ante una cotidianidad apolillada que poco a poco carcome el papel de nuestra vida.


viernes, 11 de noviembre de 2011

Ya sEmos grandes, ya no juEgamos

Este año estoy en un centro de primaria. Lo que más me gusta es la sala de material: rotuladores, pinceles, plastidecores, lápices, cartulinas, ¡Folios de colores!... Además, este año han comenzado a realizar ambientes, lo que hace que se torne todavía más interesante (aunque no cambio la sala de materiales, me la pido para reyes).

Les decía a mis compañeras al principio de curso que me daba envidia esa sala porque en secundaria, por norma general, no tienes una sala con materiales: compras lo que necesitas y luego pasas la factura. A mi modo de ver pierde la magia. Lo comparo con el día en que te enteras de quiénes son los reyes magos: te dicen quiénes son y encima quieren que sigas con la tradición de los zapatos y el anís. Claro que si eres un poco jodón, el día en que te enteras buscas los regalos por toda la casa, a modo de venganza personal.

Y es que no sé qué pasa cuando los alumnos llegan a secundaria que de repente, en unos meses, les pedimos, mejor, les exigimos, que crezcan todo lo que no les hemos dejado crecer en sus primeros años de vida. Seguramente esto ocurre porque es más cómodo para nosotros. El adiestramiento ha de ir más allá y en vez de entender que sus hormonas hablan por ellos y que hay que tratar primero con ellas para entenderlos, preferimos matarlas a cañonazos.

Hace unos días conversaba con una compañera sobre el juego. ¿Porqué en primaria se nos anima a introducir elementos a través del juego y en secundaria en cambio parece que hay que renegar de ello? Su punto de vista era que debían aprender a madurar, si no, llegarían a la universidad y todavía estarían jugando.

Me vino a la memoria un fragmento de ¿Quién educa a quién? Educación y vida cotidiana, de Eulalia Bosch, donde defendía que en secundaria se debería fomentar el juego serio. Le comenté que había más de un pedagogo que defendía la postura del juego a estas edades, aunque no se convenció.

Buscando en mi bibliografía recordé que ja Piaget también defendía tres fases en la educación:

-Fase preoperativa. De 2 a 7 años. Coincide con el conocimiento del lenguaje y es paralela a un momento simbólico del juego en el que los alumnos emplean objetos representativos.

-Fase concreta. De 8 a 11 años. Dado que los alumnos comienzan a adquirir una abstracción de pensamiento, se llega al juego ordenado mediante reglas.

-Fase normal. De 11 a 15 años. Fase de finalización del desarrollo lúdico.


Recapacitemos: Fase Normal, FASE de finalización del desarrollo lúdico. No defiende acabar con el aprendizaje lúdico a los once años, dice FASE.

No me deja de parecer paradójico y bipolar un sistema educativo en el que se pasan nueve años de la vida del alumno desarrollando una pedagogía lúdica, que ayude al alumno a aprender y que, de un año a otro, éste deba hacer un esfuerzo titánico por cambiar el concepto educativo que nosotros, los grandes, que lo sabemos todo pero no escuchamos, le imponemos. Para mí se asemeja a una hermosa selva del Amazonas que hemos ido creando, fomentando y cultivando y que, de la noche a la mañana, las tropas americanas arrasan con tanques y queroseno. Desierto, puro desierto mental que hipócrita y cínicamente no entendemos.

No se trata de jugar por jugar, se trata de motivar, de fomentar el interés por el conocimiento. A mí me encantan las bibliotecas ergo... ¿A ellos también? No, no necesariamente. El docente ha de ser el canal por el cual el conocimiento se hace presente, sin imponer, observando por donde exploran nuestros alumnos. El juego es una herramienta más que ponemos a disposición del alumno y que podemos utilizar si creemos conveniente y aprovechable, como cualquier otra herramienta.

¡No! No al juego, no a la danza, no a tocar diversos instrumentos, no al riesgo, no a la pasión, no a la vida... A mí me huele a docente rancio y resentido.

jueves, 10 de noviembre de 2011

ART: mil i una formes d'entendre el món... (III)

Hace unos días, hablando con mis alumnos, les explicaba que, cuando tenía una idea, un pensamiento, una emoción, un sentimiento, una serie de hormiguitas se acercaban a mi oído y me susurraban lo que habían estado tramando durante el día.

Ellos me respondieron que también sentían hormigas. Les pregunté si las querrían dibujar para que las viera y poco a poco me han invitado a observarlas.

Pero ¿Qué son las hormigas?





¿Son las cosquillas que sentimos en el estómago?










Nos ayudan a entender qué pasa en nuestra mente y en nuestro corazón.










Unas son más rápidas y otras más lentas, pero todas son imprescindibles.









¿Se ayudan unas a otras? ¿Trabajan en equipo?






Observo a mis alumnos hablar casi en secreto, confesándose cosas que los adultos tan sólo tenemos derecho a intuir. Su mundo nos queda demasiado grande para nuestras hormigas tan adiestradas.

¿Y usted, Señor Mutt? ¿Escucha a sus hormigas o le persiguen a través de sus sueños?
¿Y vosotros?

martes, 8 de noviembre de 2011

¿?


Para emancipar a otros hay que estar uno mismo emancipado. Hay que conocerse a uno mismo como viajero del espíritu, semejante a todos los demás viajeros, como sujeto intelectual partícipe de la potencia común de los seres intelectuales.


El maestro ignorante
Jacques Rancière


¿Somos instructores o emancipadores? ¿Nos educaron de cara a ser maestros emancipadores? En caso negativo... ¿Podemos modificar nuestra metodología? ¿Hasta qué punto?

Según Jacques Rancière el problema de la ignorancia no es que no seamos suficientemente inteligentes si no que seamos tan perezosos como para no salir de ella. Así pues, siguiendo el hilo del autor, deberíamos poder modificar nuestra visión respecto a la educación. Pero ¿Basta con la voluntad realmente? ¿Necesitaríamos otro elemento?

Jacques Rancière no habla de la curiosidad. Mis hormigas observan ambos conceptos: voluntad y curiosidad. Hablan entre ellas y me susurran al oído. Como docente, desarrollar la curiosidad en los alumnos es similar a hacer magia. El mago es capaz de explicar cualquier cosa, incluso gesticulando simplemente, que los alumnos seguirán la explicación como si estuvieran hipnotizados. Cuando se producen estos momentos tan mágicos, si prestamos atención, nos daremos cuenta que se está gestando la luz de la curiosidad, que bien gestionada acompañará toda la vida al alumno.

La curiosidad nos lleva directamente a la creatividad, a la exploración, a no temer nunca más a la hoja en blanco, a apreciar las cosas más sencillas, un detalle, un pequeño regalo, una sonrisa, imaginar que todo es posible, confiar, ilusionarse por aquello que hay que hacer, realizar las cosas lo mejor posible, ver el mismo árbol diferente, encontrar novedades en lo cotidiano, encontrar nuevo lo viejo, valorar cada momento, sorprender y dejarse sorprender, dibujar mientras escribes, abrir con ilusión una caja aunque esté vacía.

Después de hablar de la curiosidad, mis hormigas observan de reojo la voluntad. No se acaban de fiar y se apartan cautelosas. Observo junto a ellas el término de forma aislada, como si de una muestra se tratara, al microscopio y me pregunto cómo puede cultivarse la voluntad. ¿Es lo mismo voluntad que disciplina? Si queremos desarrollar la voluntad podemos caer en el craso error de confundirla con la instrucción y alejarnos del concepto de emancipador.

¿La solución es crear disciplina para tener voluntad? ¿Hay que fomentar la curiosidad para llegar a ella? ¿La voluntad es intrínseca o extrínseca? ¿Moldeamos a los alumnos engañándonos a nosotros mismos respecto a nuestro trabajo? ¿Cuando pedimos silencio instruimos? ¿Es necesario o bien no tenemos a las musas de nuestro lado para cautivar a los alumnos con el don del gesto, de la palabra, de la mirada?


sábado, 5 de noviembre de 2011

El arte del piano

Mi biografía de solista apenas puede servir de ejemplo para un debutante. Habiendo terminado la Meisterschule con Godovski, poco antes de la guerra de 1914, fui absorvido inmediatamente por el torbellino de la actividad pedagógica y, por si fuera poco, con alumnos mediocres. He enseñado en Elisavetgrad, Tiflis, Kiev y Moscú desde 1922, siguiendo un camino más bien arduo, absolutamente contraindicado para un concertista y que hoy sigo aún, llegando a la edad de los cabellos blancos. Me permito esta disgresión autobiográfica para poner en guardia a los jóvenes pianistas que tienen ciertas dotes para los conciertos contra el peligro de una orientación prematura hacia la enseñanza. El violinista J. Szigeti, sabiendo que yo tenía cerca de treinta alumnos gritó: "¡Pero esto es un suicidio!". Bien entendido, el trabajo con algunos alumnos dotados no puede perjudicar al intérprete. Todo es cuestión de cantidad y calidad. (pedagogía "homeopática"). La solución ideal, tanto para el artista como para el público, sería que el concertista no se entregue a la enseñanza antes de 40-45.

El arte del piano
H. Neuhaus


Siguiendo el proverbio oriental no hay malos alumnos, sino malos profesores, la mediocridad de los treinta alumnos de Neuhaus revela la enorme, profunda y absoluta mediocridad del maestro.




jueves, 3 de noviembre de 2011

Dentro · Fuera · Al margen

Si no se estudia no se puede elegir estar dentro,

fuera o

al margen del sistema

Extraído del corto La escuela de la calle

El lunes tuve el enorme gusto de ver un corto muy interesante en el CaixaFòrum llamado La escuela de la calle, dirigido por Maximiliano González. El documental describe un instituto de Buenos Aires llamado Isauro Arancibia, un centro poco común, ya que se dedican a dar clase a todos aquellos niños que no tienen donde vivir.

La directora del centro hablaba de lo incómoda que era la situación para el propio gobierno ya que, al rellenar la ficha del alumno, hacían la observación de que no tenían hogar.

Por otro lado se estrevistaba a diferentes alumnos del centro y a otros docentes. Los alumnos estaban de acuerdo en lo mucho que les estaban ayudando en el centro; los docentes afirmaban que aquellos alumnos no podían ser "medidos" con el sistema educativo general ya que de ese modo no conseguían nada del alumno.

En España tenemos barrios marginales: en Sevilla, las 4.000 viviendas; en Barcelona, San roque o La Mina; en Palma, Son Gotleu o Son Vanya, etc. Pero curiosamente cuando vas a rellenar el formulario para las sustituciones del año siguiente, lo primero que te aconsejan es que no escojas tal o cual barriada porque...

Me pregunto porqué trabajamos como docentes. Por ejemplo un médico ha de estar dispuesto a atender a todo el mundo. No es fácil, también he tenido mi experiencia, pero creo que nos hemos vuelto muy cómodos. La educación se ha vuelto en cierto grado como ir a la pescadería: córtalo en filetes; no ese no, que no me gusta... Y así, vamos haciendo.

No va tan mal la educación, pensamos, pero ¿Alguien le ha preguntado al docente que lleva años luchando contra la marginalidad? Es que ellos se marginan, ¿Alguien ha leído un poco de historia? Porque la historia demuestra el resultado actual de algunos círculos culturales/étnicos, etc. Es que no obedecen, ¿Alguien se ha planteado que posiblemente el método educativo "normal" que nos convierte en "normales" no sea aplicables a ellos?

Seguramente eso es lo que nos preocupa. Una vez, una profesora de un centro conflictivo me dijo lo motivador que era su trabajo porque cada día debía pensar en cómo hacerse con los niños y eso la hacía sentirse viva. Todo un ejemplo a seguir.


La educación es un derecho, pero para muchos niños es un sueño.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Buceando por la mente...




¿Por qué Nijinsky siempre habla de dios?, él se ha vuelto loco, él es un bailarín y nada más, el arte es independiente de la sociedad, aun así reclaman que sea educativo, ellos afirman que soy la danza pura, pero se equivocan, porque en la danza está dios, no sólo se trata de un simple entretenimiento, inofensivo, todo lo contrario, la danza ancestralmente ha sido tribal, peligrosa, los antiguos guerreros danzaban, devoraban la carne de sus niños, se embriagaban en su sangre núbil antes de empezar una lectura, los rechonchos críticos, en cambio, con sus trajes costosos, están allí sentados aplaudiendo, o soñolientos, lo han olvidado todo, por eso ....

Vaslav Nijinsky