El arte del piano
sábado, 5 de noviembre de 2011
El arte del piano
Mi biografía de solista apenas puede servir de ejemplo para un debutante. Habiendo terminado la Meisterschule con Godovski, poco antes de la guerra de 1914, fui absorvido inmediatamente por el torbellino de la actividad pedagógica y, por si fuera poco, con alumnos mediocres. He enseñado en Elisavetgrad, Tiflis, Kiev y Moscú desde 1922, siguiendo un camino más bien arduo, absolutamente contraindicado para un concertista y que hoy sigo aún, llegando a la edad de los cabellos blancos. Me permito esta disgresión autobiográfica para poner en guardia a los jóvenes pianistas que tienen ciertas dotes para los conciertos contra el peligro de una orientación prematura hacia la enseñanza. El violinista J. Szigeti, sabiendo que yo tenía cerca de treinta alumnos gritó: "¡Pero esto es un suicidio!". Bien entendido, el trabajo con algunos alumnos dotados no puede perjudicar al intérprete. Todo es cuestión de cantidad y calidad. (pedagogía "homeopática"). La solución ideal, tanto para el artista como para el público, sería que el concertista no se entregue a la enseñanza antes de 40-45.
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