viernes, 2 de diciembre de 2011

Relativizando al Sr Mutt

El término relativizar ha ido apareciendo delicadamente a lo largo de toda la semana, asomando tímidamente en diferentes contextos.

Relativizar... Es un término que me rememora a una balanza. Un plato pesa más que otro, pero poco a poco quitamos peso y observamos cómo va subiendo ligeramente hasta ponerse a la altura del segundo plato, incluso superarle.


Ese es mi concepto de la relatividad: hoy observas la vida con tristeza y al día siguiente la admiras. Curiosa capacidad del ser humano de dar o quitarle valor a un elemento más o menos externo a nosotros.

Observar una obra de arte conlleva utilizar unos ojos u otros, dependiendo de nuestro bagaje cultural y nuestra capacidad de relativizar los elementos que hemos aprendido. Esta premisa es más que conocida, no estamos descubriendo nada nuevo.

Pero me gustaría dar un paso más allá ¿Y si poco a poco nos "desprendiéramos" de alguna manera de nuestro bagaje cultural para admirar un elemento determinado con los ojos de la curiosidad que un niño todavía posee y disfruta?

Observo la siguiente obra de arte.




Supongamos que no sé el nombre del autor, ni siquiera de la obra. La primera impresión que tengo es que un tanto extravangante, pero poco a poco voy centrando mi atención en la obra en sí, quitando las diferentes capas de las que me ha ido envolviendo el propio conocimiento y que me tienen atrapado, sin poder sentir y admirar obras que no pertenezcan a mi entorno cultural.

Retiro la capa del estilo más puramente clásico. Después, retiro la capa del prejuicio... Intento conseguir ver la obra como si fuera la primera que admiro en mi vida y poco a poco mi estupor inicial se va convirtiendo en curiosidad ¿Quién es el autor de esta obra? ¿Porqué decidió plantar una "cosa" semejante en un museo? ¿De qué época es? ¿Qué repercusiones tuvo en su momento?

Curiosamente, a medida que vas realizando este ejercicio con obras de diferentes culturas vas desprendiéndote, en mayor o menor medida, de la reacción inicial de rechazo que muchas veces te puede provocar observar por primera vez un acto religioso, una escultura, una pintura, etc.

Cabe destacar que, como seres humanos que somos, el hecho de saber observar cualquier acción o elemento desde el punto de vista de otros te permite relativizar tus propias emociones y poco a poco vas desprendiéndote también de aquellas capas que, como sociedad, se nos han ido incrustando en la piel, a modo de caparazón. Esas son las más complejas de disolver. A medida que abres tu mente te das cuenta que aquel problema que inundaba tu pensamiento no es más que un elemento externo a ti; te das cuenta de que la sociedad de la velocidad no tiene porque implicarte y que puedes permanecer tan sólo como mero observador, saboreando la vida en sí; te das cuenta que, como ser humano, no necesitas barreras emocionales, permitiendo que aquello que tenemos en nuestro interior pueda surgir con toda su fuerza.

2 comentarios:

  1. SÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍ^[..]

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