miércoles, 12 de octubre de 2011

¿Artesano o artista?

Señor Mutt, teniendo en cuenta la charla que tuvimos este fin de semana, considero necesario plantear al lector la cuestión que discutíamos hace dos días. Desde entonces las hormigas están hiperactivas, de hecho estoy planteándome darles Ritalín, a ver si se calman.

La cuestión que discutíamos el señor Mutt y yo era el concepto de artesano y artista. La palabra artesano (artis-manus) indica a aquella persona que realiza obras de arte con sus manos; en cambio, artista (ars/artis) es aquel que no necesariamente ha de crear las obras, un gestor del arte.

Por lo visto tenemos muy claro qué significa una y otra pero en realidad no hay una delimitación clara. No solemos marcar con una X donde se acaba el concepto de artesano y donde se comienza a ser artista. Tampoco creo que sea relevante ahora mismo, ya que primero deberíamos ser conscientes de la diferencia entre ambos términos.

Por un lado tenemos el concepto artesano. Para mí ser artesano significa moldear, construir algo siendo plenamente consciente de una nueva creación, consciente de estar creando algo hecho de pies a cabeza por nosotros mismos. Como músico ser artesano, a mi modo de ver, implica componer, interpretar, o dirigir, por ejemplo. Ello conlleva muchos elementos: escuchar, análisis, reflexión, documentación, perfección entendida desde el punto de vista interpretativo.

Por otro lado hablemos del concepto de artista, que surge a partir del siglo XIX donde aparece l'art pour l'art i el culto al genio. Ahí es cuando realmente se mitifica al músico como artista a través del concertismo. Ya el propio Liszt explotó sus orígenes húngaros para conseguir más fama (no será hasta más tarde que en sus composiciones veremos la influencia húngara).

Por desgracia en el siglo XX esto ha ido a más, sobre todo en la música popular, donde el artista se convierte en un ídolo de masas, desvirtuando completamente el ideal del propio arte. Recuerdo cómo una compañera me decía, sorprendida, cómo el pianista al que admiraba se había equivocado en un pasaje y empezó a repetirlo obsesivamente hasta que consiguió tocarlo. Hemos llegado a la desartización del arte: puedes llegar a ser artista sin haber sido nunca, ni pretender ser, artesano.

Observas a un pianista tocar para un gran público y puedes observar de forma superficial el proceso interno que ha tenido que pasar para entender y simpatizar con la obra que interpreta. En ese momento se establece una conexión entre él y su público, se produce una energía que conecta a todo aquel que está en la sala. Estás escuchando a un artesano del arte, una persona que ha madurado con la obra. Recuerdo ver a un compañero que había envejecido, tal era el proceso psicológico que había sufrido, porque se sufre. Un buen artesano es aquel que decide dedicarse a la interpretación siendo consciente de que, lo más probable, es que no viva de ello. El artesano moldea, primero con su intelecto y después con su cuerpo, aquella obra que tiene en sus manos. Es una persona que tiene la paciencia suficiente para retocar la obra de forma casi milimétrica, y no me refiero a la parte técnica solamente, sino más allá, la parte personal, adentrarse en sí mismo y hacer una comunión consigo mismo, observando su propio ser. Escucho a Jordi Savall tocar la viola de gamba y me doy cuenta de que está en otro nivel, juega en otra liga, no puedo rebatirle.

Hoy descubro en mis compañeros personas dispuestas a ser artesanos. Por desgracia los artistas no tienen tan clara la diferencia, claro que entonces serían artesanos. Son los primeros que deberían reflexionar porqué hacen arte, si por lo que conlleva o bien por su propio ego. Eso convierte al arte en algo banal, en una inutilidad sublimada.

¿Y usted, señor Mutt, es artesano o artista?

No hay comentarios:

Publicar un comentario