jueves, 27 de octubre de 2011

El caracol

Calen espais buits d'autoritat, perquè aquesta potència que cada nen i cada nena representen pugui aflorar i entrar en joc.

Eulàlia Bosch

Hace poco que estoy con alumnos de primaria y no dejan de sorprenderme. A mi grupo les encanta los animales. Supongo que es normal y que a todos los niños les gusta estar en contacto con ellos, ahora bien, mi grupo es de aquellos que se pasan parte del patio buscando bichitos por aquí y por allá. Bichitos que acaban en mi mesa. Bichitos que a veces no cuidan y que acaban estirando la antena/pata/etc.

Hoy estuvimos hablando de las consecuencias de no cuidar a los bichitos que traemos a clase. Aprovechando este incidente les comenté que días atrás, en la calle, me había encontrado un caracol que tenía la cáscara magullada. De hecho, reaccionaba bruscamente a cualquier cambio a su alrededor, por muy sutil que sea.

-¿Qué creéis que le pudo pasar? - pregunté.
- ¿Lo pisó un camión? - preguntó Ángel.
-¿Quién le haría daño? - preguntó Araceli.
-Puede que esté asustado - inquirió Javi.

Les comenté que además, cuando se arrastraba, parecía no poder con su casita. Estuvimos comentando que podía ser consecuencia de la magulladura que sufría. Después de debatir porqué un caracol había llegado a aquella situación, aproveché para comentar las diferentes técnicas de trabajo de cada alumno.

-¿Todos realizáis los trabajos igual de rápido? - pregunté.
-No - respondieron al unísono.
- ¿Y qué podemos hacer si todos no vamos al mismo ritmo? - pregunté.
-Ayudar a los compañeros que tengan problemas - respondieron a la primera.

"Ayudar a los compañeros que tengan problemas", respondieron unánimemente, sin necesidad de edulcorar la situación, ni dirigirla. ¿En qué momento el ser humano pierde su capacidad de empatizar con otro ser? ¿En qué momento nos olvidamos de nuestra propia fragilidad?

No hay comentarios:

Publicar un comentario