domingo, 23 de octubre de 2011

El placer de leer

Todos somos muy ignorantes. Lo que ocurre es que no todos ignoramos las mismas cosas

A. Einstein

Hoy no puedo dormir. Las hormigas están nerviosas y no paran de llamar mi atención. Me revuelvo en el sofá, que poco a poco se ha ido haciendo más y más incómodo, y empiezo a leer.

La lectura ha sido y es una de mis pasiones favoritas. De pequeña, siempre que salía a comprar alguna cosa conseguía de un modo u otro que me compraran un libro. Me daba igual el color de los zapatos o del jersey, quería un libro.

Poco a poco ese camino me llevó a escribir, cosa que, mejor o peor, me ha ayudado a expresar mis ideas y pensamientos.

Pero no es todo oro lo que reluce porque siempre hay más libros que leer y más cosas que aprender.Te diriges a un docente universitario con tus pajas mentales (porque a fin de cuentas no son más que eso), confiado en que puedas aportar ideas. Hasta que empiezas a leer los libros (in)adecuados.

Ent
onces, sólo entonces entras en un mundo oscuro, porque la buena lectura hace que comiences a escarbar en lo más profundo de tus pensamientos, en tu propio ser, es lo mismo que mirarse a un espejo. Te reconoces en algunos libros entendiendo que tan sólo eres una de esas hormigas que recorren tu mente, todavía peor, ¡Eres más pequeña que tus propias hormigas!



Ellas, sabidas de esto, aprovechan tu desventaja para atraparte: saben que te estás haciendo cada vez más y más pequeña, sin haber probado nada de lo que tomó Alicia en el País de las Maravillas. Divagar por divagar no les sirve de nada, se ríen de mí y eso me desespera. Es ahí, en ese preciso instante (momento, como lo llamaría Ana en su blog) cuando de alguna manera, no sabes bien cómo, pasan tus pensamientos rápidamente por tu mente y dejan de tener sentido. Te desnudas y te haces consciente de tu propio ser, de tu propia inutilidad, de tu propio vacío confuso. Estás renaciendo, mudando de piel, siendo consciente de tí mismo y de tu ignorancia.

Las hormigas están a punto de devorarme, pero como diría Juanjo Sáez (o su madre) en Arte, conversaciones imaginarias con mi madre, es en los peores momentos cuando se agudiza el ingenio. Esperemos que sea así antes de que me haga demasiado pequeña.

No hay comentarios:

Publicar un comentario